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                                 No se encuentran palabras para poder explicar lo que genera el mar cuando estamos frente a él, o quizás mi lenguaje sea muy escaso para describir esas sensaciones que me atraviesan. Me intriga cada centímetro de profundidad, y sólo quedo pensando en las miles de especies nadando en lo más hondo, y en la vegetación que se menea entre medio de piedras, peces y burbujas. Se me transforman los ojos y quedan inciertos. 
 
                                        ¿Cómo recuerda un cuerpo nostálgico? ¿Se puede recordar a través de los colores del mar?
 
                                       Atravesando un viaje muy lejos de casa, el mar es un refugio y compañía; y en el intento de poner en palabras las emociones y lo que veo, es que nace el fotolibro.
Las fotos vienen acompañadas con poesía que procuran ser un diario de viaje íntimo, un disco a través de un código QR y muchos interrogantes: aquellos que nos hacemos cuando estamos frente al movimiento de las olas y el horizonte infinito de color azul.
El propósito es homenajear a los mares y el abanico de colores que forman parte de ellos; y también es ​​​​​​​una invitación a zambullirnos en el vértigo que genera la duda, los lugares desconocidos, la lejanía y la inmensidad de agua.